Sólo pido una vida mejor

27.04.2016 17:24

No tengo casa. No tengo familia. No tengo nada, más que lo puesto. Estoy llena de desgarrones, desaliñada y no me he cambiado de ropa desde hace un mes, cuando abandoné mi casa. Tengo los zapatos rotos de tanto caminar y los pies no me paran de sangrar, pero no puedo parar de caminar. Pese a todo, me considero afortunada, porque no me han violado y he tenido dinero suficiente para huir. He recorrido muchos países europeos a pie y también he ido en una pequeña lancha desde Turquía a Lesbos, sin ningún tipo de seguridad.

Marcho con muchos de mis compatriotas, que como yo, huyen de la guerra y del terror. Los niños no paran de llorar y los ancianos se mueren en el camino, y allí se quedan porque sus familiares tienen que seguir la marcha. Estoy de camino hacia mi humilde sueño: vivir en Alemania. Allí espero conseguir trabajo, ya que estoy doctorada en Física por la universidad de Damasco y tengo una alta titulación en inglés. Trabajaré para una multinacional y quizá consiga formar una familia. Unos europeos me han elegido en la frontera con Austria para ir a Alemania, he tenido mucha suerte, ya que numerosos paisanos se han quedado atrás.

Estoy con otras tres mujeres en una furgoneta con rumbo a una región de Alemania, donde compartiremos piso. Tendremos baño, cama y hasta un sofá. Por fin hemos llegado y nuestro piso es fantástico. Me he echado a la cama y me he dormido al instante.

Ayer fue un duro día y estábamos muy cansadas, así que hoy hemos decidido salir a ver la calle, debido a que llegamos por la noche. Salimos por la puerta, y de repente, comienzan a increparnos unos alemanes que gritan palabras que no parecen de bienvenida. Tenemos que volver a entrar y refugiarnos en nuestro piso. Estamos aterrorizadas. No sabemos que hemos hecho para que nos traten así. Lo pienso y no se me ocurre nada. Sólo pido una vida mejor.

 

Este es un papel que me encontré en la calle, se lo habría llevado el viento. Yo puedo continuar el resto de la historia. Una de las refugiadas lo debió de escribir cuando no sabía que hacer, y se escaparía por la ventana. Al día siguiente de que les increparan, asaltaron el piso, hirieron fuertemente a las mujeres y prendieron fuego a la casa. Ninguna sobrevivió y los asesinos fueron detenidos. Hoy he decidido entregar esto al periódico con la condición de que no modificaran nada, solo lo tradujeran (porque estaba en inglés, quizá con la esperanza de que algún europeo lo leyera, como así fue) y que no desvelaran mi identidad. Espero que se den cuenta del verdadero drama de los refugiados y los traten con dignidad.